octubre 28, 2009

Besos

Habían pasado cuatro días desde que se fue. Alba fue la primera que lo supo todo, me encontró sola en la casa en un mar de lágrimas y con la carta de despedida en la mano. Desde entonces, había procurado no dejarme sola, llegábamos juntas del trabajo, comía en mi departamento y me hacía compañía toda la tarde.

"Alba - dije - él debió olvidar algo, algo importante, hay que buscar, así tendrá que volver por eso, y podremos arreglar las cosas". Tanto ella como yo sabíamos que él no iba a volver, pero fue muy comprensiva conmigo y me ayudó a buscar. Recorrimos la casa entera buscando algo, un papel, un lapicero, un calcetín... no había nada, se llevó todo, hasta las fotos donde estábamos juntos, de verdad se quería borrar de mi vida, años desaparecidos así de pronto.

Después de registrar el departamento y no encontrar nada, nos tiramos en el sillón, entonces Alba encontró el primero, "mira, ¿que es esto?... casi me siento encima de él". Las dos lo observamos con cuidado, estaba húmedo, dulce, como la primera vez que lo sentí "es nuestro beso" dije, Alba y yo nos miramos y comprendimos que era lo que debíamos buscar. Así comenzó. Entré a mi habitación y saqué una cajita de madera con unas cartas viejas, las aventé sobre la cama y pusimos ahí adentro el beso. Recorrimos todo de nuevo y uno a uno los fuimos encontrando.

Besos en el comedor, en la cocina, besos de bienvenida y también de despedida junto a la puerta, unos dulces y empalagosos regados por la sala, unos cuantos tiernos en el balcón y muchos espontáneos en el estudio, finalmente, entré a recoger los de mi habitación, revueltos entre las sábanas y las almohadas. Había otros en mis chamarras y blusas, esos los junté yo sola, mientras Alba preparaba lago de comer.

Me senté en el comedor con la cajita tan llena de besos que se desbordaban por los lados.
- Encontré este en mi vestido de noche ¿te acuerdas?, es de la boda de tu hermano.
-¡Claro! fue cuando te caíste y se te rompió el tacón- dijo, y las dos nos carcajeamos.

Nos sorprendió la madrugada hablando de besos, fue como mirar un montón de fotos, recordaba todo, las cenas con los amigos, las noches de películas, incluso encontramos besos ajenos, y también unos de Alba que le dio mucho gusto recuperar.

Después de ese día, todo fue más fácil, si me sentía nostálgica o sola, me ponía un beso en los labios, lo disfrutaba, lo sentía y recordaba, otras veces salía a trabajar con un beso prendido en mi blusa, o como broche en el pelo.

Un día supe que era suficiente, ya no lo extrañaba. Tenía una inmensa sensación de bienestar. Salí al balcón con mi cajita de besos y la carta de despedida.

El viento soplaba dulcemente, con una ráfaga ligera les susurré "gracias" y los dejé volar. Luego tomé la carta, la saqué del sobre y tuvo el mismo destino que los besos. En el fondo del sobre descubrí un beso que no conocía. Ese no me lo dio, pero estaba ahí. Era de despedida. Lo tomé, me lo puse en los labios, lo probé: "adiós" le dije y dejé que el viento se lo llevara. Con ese último beso lo olvidé.


Valeria ML

9 comentarios:

  1. este cuentito si es mio. ojalá les guste.

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  2. valee !! esta bn bonitoooo!!! jajaja me agrada me agradaaa a ver cuando escribeees mas jajaja ay me encantooooo q lindooo .... q inspiradaaa ehh jajaja bno te quieroooo!!! un bsooo
    atte. pau**

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  3. wow me encantó!! está muy bien escrito Vale =) sigue escribiendo, tienes el don.

    J.

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  4. esta lindo me gusto.

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  5. Bien bonito el cuento, bien bonito!!

    Ya publica otro! Ja

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  6. HECTOR ALVAREZ07 febrero, 2012

    Leí tu cuento hace mucho, y me gustó. Felicidades Vale, espero tus próximas publicaciones... saludos

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  7. Me encantoooooooooó!!! Felicidades Valery está hermoso :)

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  8. No por nada me cuesta llamarte china y me gusta decirte maestra
    .

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