julio 21, 2013

Tendencia

He odiado esta cacería desde el primer momento, tú vuelves, disparas y me dejas herida. Quisiera dejar de sentirme tu presa y alardear que te he olvidado, pero no es así, todavía me acuerdo de ti, en especial los miércoles cuando paso por la vinatería.

Recuerdo haber comprado ahí más de alguna botella para celebrarnos y después sentir tu respiración, mirar tu desnudez en la penumbra de aquella habitación, de la que preferíamos no salir.


Te amé, pero ahora existe esta tendencia a borrar todo lo que fuimos y poco a poco, todo lo que era tuyo –nuestro- se ha ido en este afán de olvidarte. Tus cartas ya no existen, no puedo mirar tus promesas en papel, he sacado la ropa que seguro le hace falta a alguien y que aquí sólo estorba. He tirado tu cepillo, tus perfumes y el par de zapatos que se quedaron bajo la cama. Sin embargo, hubo algo que puso resistencia: el reloj de pared, ese viejo aparato que tanto nos gustaba. Yo no quería, pero tuve el valor de deshacerme de él, porque sólo marcaba los segundos que ya no somos.

Valeria M.L.

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