A Paula
Miró a su alrededor, no había
otra forma de escapar al torbellino de soledad que la arrastraba a su centro,
sólo estabas tú, eras lo único a lo que podía aferrarse.
Fueron tus manos las que la
sujetaron y tus ojos oscuros como noche que pide ser explorada, los que la
llevaron a ti. Encontró un sitio en tu corazón y se quedó ahí estática como un
colibrí ante una rosa. Tus brazos fueron un nido perfecto.
Lo que la convenció fue tu
boca, sólo tuviste que regalarle un beso para que se quedara.
Valeria
ML
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